Uno
trata. Juro que uno trata. El tema es que no se puede. No se puede y no se
puede. Miramos alrededor y no podes. La paranoia es generalizada. Todos
buscamos cual es la salida. Tratamos de encontrar un poco de cordura donde
podemos. Pero simplemente se trata de eso, de tratar de encontrar un poco de
cordura.
¿Cómo hacemos? ¿En qué lugar ponemos nuestro
estado mental, tan dañado hoy día? ¿En donde buscamos la paz que tanto
deseamos?
Si al abrir los diarios te encontras o lees
alguna noticia, cualquiera que sea, tu cerebro se puede comenzar a chocarse con
las paredes que lo protegen. Y así, sin quererlo, vos inocente ser humano
sufrís una pérdida de conocimiento
repentino que lleva a que tu salud mental sea cada vez más floja. Y esa misma
acción saca de vos mismo el peor y más recalcitrado opinólogo social que pueda
haber. Vos que siempre te opusiste a la pena de muerte, cuando lees que un
profesor violo a cuatro alumnos y que se espera sentencia hace cuatro años
pensas (muy dentro tuyo) que no estaría mal una inyección letal para esa
persona. O vos, que sos defensor de las leyes y de la justicia, y que te jode
que nadie se haga cargo de sus mierdas, y que la mayoría se pasen las normas
por el culo; cuando lees que un alguien cobarde, con un vehículo, borracho mató
a una mujer y al hijo de su vientre, que es condenado a prisión efectiva e
inhabilitado a volver a maneja; sale libre y se ríe ante las cámaras que lo
fotografían y es nuevamente habilitado a manejar. Vos, ser humano cuerdo y
capaz de discernir sobre lo que está bien y está mal, tenés el visceral deseo
de convertirte en un hacedor de destrucción general, que poco a poco va a
llevar a tu cerebro a la mínima porción de molécula cuerda.
Por eso es que mis manos hoy tomaron vida
propia y se decidieron a escribir. Y hace mucho que no escribía de este modo. Mi
cerebro pedía hacer esta catarsis.