martes, 11 de mayo de 2010

Estoy de vuelta

La mano me sugiere que vuelva a presionar las teclas con sentido. Mi hijo de 17 meses descansa plácidamente a mi lado en el cochecito. En la radio suenan los Redondos. El mate ya está lavado y medio frío. Y yo estoy de vuelta.

Esta vez no me pongo en la piel de los mal entretenidos como lo hice muchas veces. Esta vez estoy en mi misma piel, en la piel de alguien que tiene algo que decir. A los 41 todavía tengo qué decir. Hoy estoy de vuelta y eso es lo importante.

¿Si me importa el que dirán de mis opiniones los demás? La verdad es que muy poco, hoy solo me importa que volví.

¿A dónde volví? A mis fuentes. A mis espíritu curioso. A decir lo que pienso. A crear historias realmente irreales. Volví a creer. Debo agradecerle esta vuelta a ella, la luz que ilumina mis días, y a él quien de la energía a mi vida. De las manos de ellos y gracias a ellos volví.

¿De dónde volví? Del centro de la tierra. Del pozo oscuro en el que yo mismo quise entrar. Del silencio al que yo mismo me llamé. Un exilio dentro de mí. Un oscuro partir y un destino que era incierto. Pero ahora volví. Y acá estoy…

sábado, 13 de febrero de 2010

Hijo…



Que hermoso que es verte dormir. Es muy raro empezar un texto de esta forma, pero es verdad. Me puedo quedar horas mirándote dormir. Se que es mucho más divertido verte jugar, o hacer cosas (cualquier cosa). Pero cuando te veo dormir tengo muchas ganas de saber que es lo que pasa por tus sueños… Lo que me imagino es que debes pensar y soñar siempre con mami. Sabes porque pienso eso, por tu sonrisa, por como moves las manitos, como haciendo mimos. Pero la paz que transmitís es la que hace que no quiera dejar de verte. Y pueden ser horas. Mirarte dormir. Tranquilo, sin mayores preocupaciones que la hora en la que mami te va a dar la teta. Y Jugas con tus sueños. Tocas el cielo. Y te reis.
Hijo que hermoso es verte. Que hermoso es tenerte a mi lado. Es increíbles lo perfecto que sos. Tus manos. Tus piernas. Sos todo perfecto…

Seguimos luchando

    No me imagino esta vida sin luchar. A mi manera. Pero luchando. Por mí, por mi mujer amada y por mi hijo. No puedo pensarme sin defender a toda costa lo que tanta sangre costo. Las serpientes siguen aletargadas, y ahora más que nunca es la hora de no olvidar. No perdonar. Es la hora de no guardar bajo la alfombra todos los huesos que ya son cenizas. La memoria nos sigue doliendo. Los cuerpos siguen pidiendo justicia. Mi hijo pide que se le herede una país libre de lacras que justifican la aniquilación, comparándola con una guerra. A mi hijo le quiero legar una historia sin sangre. Pero la sangre sigue estando derramada. Y los charcos nos manchan a todos. La memoria esta despojada de historia. Y la historia no se cuenta por miedo. A las voces que tratan de contarlas no se las escucha. O se las tildan de retrogradas. Como si la justicia fuera retrograda. No me imagino olvidando, y mucho menos perdonando. No me imagino tomando la mano del que estuvo de ese lado. No me imagino estar al lado del marcial represor que hoy me mira con tristeza pidiendo justicia y reconocimiento. NO QUIERO ESO PARA MI HIJO. EXIJO JUICIO Y CASTIGO. NI OLVIDO NI PERDON…