viernes, 24 de octubre de 2008

Envalentonado


Estoy envalentonado con las palabras.
Es que veo con la mediocre indiferencia con la que nos manejamos; y sí siento que tengo el poder y la necesidad de decir.
Decir es un derecho que tenemos y que muy pocos saben usar.
Autocensurados por no se que soberbio ser, creemos no ser dignos de las palabras. Las pensamos cursis.
Tristes.
Feroces.
Blandas.
Poco celestiales.
Pero están y no las decimos.
Las callamos.
Las dolemos.
El terror de la indiferencia es que no le permitimos al otro decir.
Lo callamos desde nuestra creída intelectualidad de mierda.
Desvalorizamos su historia.
Su saber.
Doctrinamos desde la más obscena ignorancia.
Creemos que de esa manera vamos a llevarlo a un limbo.
La maldad concreta.
El olvido.
Por eso ahora me siento envalentonado ante las palabras, ante los sabios y necios jueces.
Hablen. Digan... Ese es nuestro derecho.

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