viernes, 7 de septiembre de 2007

UNA HISTORIA MAS



-¿Viste cómo son las cosas? Uno cuando piensa como uno, si las cosas no son como uno cree, se debe ir . Y si no te ibas... ¿ya sabés lo que te podía pasar?
Se sirvió un poco más de algo extraño que había sobre la mesa y que yo me negaba a tomar sin ningún ánimo de ofenderlo, prefería vaciar esa botella de vino y seguir oyéndolo en silencio. Sólo podía aceptar un poco de música de fondo.
-Pero siempre hay una salida, que no siempre es Ezeiza, ni Aeroparque ¿viste? Imagínate un poco la situación: examen para empezar Filosofía, el Pocho por volver de España, Cámpora en la presidencia y todo que estaba por empezar de nuevo.. Por supuesto con altibajos, pero no se podía esperar otra cosa. ¿No? Ahí fue que conocí a Clara. Era hermosa. Era un bastión para mí. Era todo. A los tres meses nos fuimos a vivir juntos, y los primeros cinco meses fueron nada más que nada luchas, peleas e ideales mezclados. Todo junto, como en botica ¿viste? Después ella dio frutos, y mi corazón se encendió de felicidad.
Sus ojos se llenaron de un revoltijo de algo que iba de la alegría, pasaba por la tristeza y se quedaba en el odio, un odio que la profundidad de su alma solo puede entender.
-Perdoná, soy un boludo. Siempre que hablo de ellos es como si mi corazón se rompiera. Aunque en realidad ya esta roto. Pero uno debe seguir, y si en esa época no te ibas... ¿Vos ya sabes? Bueno, un día, el gordito cumplía un añito, alrededor de las cuatro de la mañana escuchamos que empiezan a romper toda la puerta. Está bien uno en esa época no era del todo inocente, ninguno lo era; todos luchábamos por algo. Pero él todavía era inocente, por mas que uno de esos hijos de una gran puta me dijeran que no lo era porque de por sí llevaba nuestra misma sangre... Y lo durmieron de un culatazo en su cabecita. ¿Te podes imaginar esa escena? Clara puteándolos en la pieza, el gordito sangrando por todos lados y yo mirando, porque eso era lo único que podía hacer. Nos subieron a un camión, a ella sangrando la llevaban conmigo. Yo no podía hablar, no la podía tocar, era imposible mirarla y no tratar de consolar su alma. Pero de alguna forma creo que me podía entender. Esa fue la última vez que la vi. No se si fue por un descuido o por otra cosa, pero a mi me dejaron ir... Creo que es la peor de las condenas que me pudieron dar.
Se levantó tambaleante, hacía ocho años que no nos veíamos. Él había vuelto cuando todo se estaba calmando. Él había vuelto con la esperanza de empezar todo de nuevo; pero cuando las cosas son como son casi nunca se puede empezar de cero. Mucho menos cuando el dolor es una bandera que se lleva con uno como la más pesada de las cargas.
-Bueno, el resto ya lo sabés. Empece a recorrer algunos lugares en donde me pudiera quedar por algún tiempo. Hasta que me encontré con Marcos ¿te acordás de él? Nó, que te vas a acordar, eras muy chico. Bueno me dio la oportunidad de acompañarlo por España un tiempo, hasta que el viejo no dio más y expiró. Me quedé en su casa por algún tiempo tratando de vivir de lo que se podía, y bueno después la historia es conocida, Malvinas, el treinta de Octubre y la vuelta...
Ahí para él comienza otra historia, la del regreso. La vuelta con la frente marchita y el corazón vacío. El ver a esas caras cómplices que lo esperábamos en Ezeiza con más lágrimas y sonrisas que preguntas.
Ahora estaba de vuelta. Un hermano que el tiempo me hizo recuperar. Un amigo que se bancó como un rey todo el dolor. Un mito que se salvo de los dinosaurios que aplastaron cada pequeño metro cuadrado de nuestra historia...

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