jueves, 30 de agosto de 2007

EL AMIGO

Encendió su último cigarrillo, y se sirvió las últimas gotas que ese añejo whisky tenía apresadas dentro suyo. Lo miró, como tratando de pedirle explicaciones de algo. Le disparó una serie de preguntas con olor a alcohol.
-¿Crees que esto va a seguir por mucho más? ¿Podremos estar a salvo sin la necesidad de levantar ninguna bandera?
Se secó las lágrimas. Tragó un poco de saliva. Lo vio tendido sobre esa alfombra de tierra y pasto, sin oírlo articular ninguna palabra.
Estudió bien donde estaba. Se tocó las ropas mojadas por el rocío, las lágrimas, la sangre y el méo que le había provocado el miedo a la muerte.
Sus manos temblaban y las vio entrelazadas con las de su amigo, su hermano, su único confidente en esa batalla, en esas islas que algún militar borracho los obligó a ir a defender.
Pero todo se acaba. Ya era muy tarde. Todo estaba lleno de odio, de un odio que nadie comprendía. Él sabía que ya no lo iba a volver a escuchar responderle nada jamás.
...Posó su mano derecha sobre la cara, y tiernamente le cerró los ojos, le arrancó la cadena que lo identificaba, y con un clavo, y con las últimas fuerzas escribió debajo de aquel nombre “MI AMIGO”...
Él también cerró sus ojos y se quedó esperando que los ganadores lo fueran a buscar...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por esta forma de decir...